jueves, 26 de mayo de 2016

Introducción a: Seremos felices y sí, lo sabremos


Una de las cosas más admirables de los niños es su inocencia. Toma un minuto para recordar esa época en la que tu mayor preocupación era que tus padres te dejaran quedarte jugando afuera con tus amigos más allá de las 5:00pm y tu mayor responsabilidad era salvar a los insectos que se pegaban contra tu ventana, buscando desesperadamente salir al aire libre.
                                             
Era una época desligada de todos esos factores que hoy en día nos rodean. Como muchos dirían era la época "cuando éramos felices y no lo sabíamos"

¿Y por qué tendríamos que haberlo sabido?

 En esos tiempos no era nuestra prioridad etiquetar lo que sentíamos. Sin embargo, hoy en día eso es lo único que hacemos: etiquetar nuestros estados de ánimo. No quiere decir que sea algo malo, es importante definir lo que sentimos. Una vez definidos nuestros estados de ánimo podemos enfrentarlos y comprenderlos, llevarlos de la mano y aceptarlos. 

Poder etiquetar las cosas es una de las herramientas que nos da el crecer y madurar, pero es un arma de doble filo ya que solemos abusar de las etiquetas negativas para referirnos a la adultez.

Nuestra concepción de los adultos fue formada desde muy pequeños. Lo que veíamos en la televisión y el cine era un mundo de adultos grises, lleno de trajes unicolores, oficinas, papeleo y sobre todo gente con cara larga. Nos enseñaron a categorizar a los adultos con una gran etiqueta: "malhumorados". 

Ya creciendo, entendimos el porqué de esa etiqueta. Pareciera que las responsabilidades y decepciones robaron el carisma de esa época de infantes y que el malhumor más que una etiqueta, es un estilo de vida.

Ahora, pensemos en una idea que nos implantaron desde bachillerato: nos dijeron que la fórmula de la vida se basa en que si trabajamos muy duro y nos graduamos, conseguiríamos un trabajo ideal y una buena familia, que nos llevaría a la felicidad. 

Trabajo duro + buen trabajo + buena familia + vida ideal= felicidad

Por eso es que veíamos a la felicidad como un producto final y no como lo que realmente es: un medio. 

¿Por qué dejar a la felicidad de último en la lista? En realidad, la fórmula de la vida no tiene a la felicidad como resultado, sino factor común.

(Trabajo duro x felicidad) + (Buen trabajo x felicidad) + (buena familia x felicidad)= vida ideal.

Lo que busca este ensayo es demostrar que la felicidad si es alcanzable viéndola como un músculo  que se puede ejercitar poco a poco, ya que si se hace cada vez más fuerte, la fórmula de la vida ideal se potencia.

No se pretende demostrar una técnica infalible para encontrarla, sino pequeñas herramientas que te ayudan a conseguirla día a día.

Cada una de estas herramientas y técnicas las he ido anotando desde hace cuatro años como parte de una obsesión por ejercitar la felicidad. Se trata de una colección de consejos que me han dado y de descubrimientos que he hecho. Una investigación constante que pretende ayudar al que lo lea a trabajar su felicidad. Es algo así como una guía de abdominales para el alma.

Antes de comenzar, quisiera aclarar que con mi corta edad, aún tengo que aprender muchas cosas de la vida y quizás en unos años este ensayo pierda validez incluso para mí misma o que como todos somos distintos, quizás a no todos le sirva. Pero son detalles que aunque parezcan infantiles y ridículos, me han ayudado a apreciar la vida en pequeñas cosas y si esto pudiera ayudar a aunque sea una sola persona, ¿por qué no compartirlo?



Empecemos.

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