Estamos
parados en medio del clímax del consumismo.
“Convierten
una antigua iglesia en un centro comercial en Francia” (Informe 21, 2010)
“Adolescente
vende riñón para comprar un iPad2 en China” (El Universal, 2012)
“Estudios
confirman que algunas marcas activan la misma región neurológica en personas
que la detonada por principios religiosos” (El Nacional, 2015)
“En
Venezuela el consumo privado representa más de dos tercios del PIB, perfil
similar al de sociedades más consumistas del mundo”. (RunRun.es, 2011)
En
efecto, y a la luz de todas estas situaciones, la sociedad actual pudiese tener
-entre variedad de otros calificativos- el de consumista. Hoy día es tema de
incesante debate las implicaciones que tendrá, en un futuro no muy lejano, el
apogeo del consumismo en la vida del hombre. Y precisamente de tópicos propios
relacionados a la sociedad del consumo deriva la discusión sobre los medios de
comunicación y su papel en la práctica consumista.
Pero
reflexionar sobre la influencia de la sociedad del consumo en la vida de la
personas, va más allá de cuestionarse el carácter funcional del consumismo
dentro de las sociedades, es necesario preguntarse qué fin persigue una
sociedad consumista y si- después de todo- este es acorde a la razón de ser de
la persona humana: la búsqueda de la felicidad a través de su
perfeccionamiento.
-Alice
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