sábado, 9 de abril de 2016

Alcachofas, gatos y recursos literarios.

ADJETIVOS PERFUMADOS
Epíteto: “Tu voz era un innecesario que esparcía extraños perfumes¨

HISTORIAS PROFUNDAS DE TRES PALABRAS
Fuiste víbora, siempre.
Rodante cabeza animal.
Sentimientos color escarlata.

acróstico GATUNO
Animal de cuatro patas
Lazarillo silencioso
Estás siempre allí presente
Soltando arañazos y observando
Siempre juegas con la alfombra
Amargado y muy quejón
No parece divertirte
¿Dónde escondes tu alegría?
Ronroneas y te escudas
Aunque nunca me abandonas.



COMO UNA ALCACHOFA.

COMO UNA ALCACHOFA.

Olvidados. Así se sentían la pequeña rosa y el estilista en aquel planeta violeta.

Habían pasado su vida siendo admirados. Ella por hermosa y él por su don de dotar de belleza a cualquier humano gracias a su trabajo.

En cierto sentido eran seres similares, cargados de un gran sentido estético. Algunos los considerarían personajes bastante superficiales, otros en cambio, defenderían sus posturas, sus modos de ver la vida a través de la belleza y el egoísmo que encierra esta.

De cualquier forma, allí se encontraban, solos y haciéndose compañía sin saberlo.

-Debimos haberlo sabido --replicó la rosa. Se marcharían, nos olvidarían.

Cinna frunció su ceño pensativo, preguntándose en qué momento había llegado a aquel planeta morado y de tenues sombras azuladas y cómo era que ahora una rosa le hablaba en un muy entendible español.

Por un momento pensó en Katniss, la chica a quien debía vestir y arreglar para el presidente Snow. Sabía que algo malo había pasado, recordó los golpes, y la imagen de su amiga suplicando que lo dejasen de maltratar.

Cerró los ojos, olvidado --susurró.

-¡Sí! Olvidados. ¿Ahora qué se supone que hagamos? Es decir… --se detuvo la rosa a pensar- yo nunca he estado, tú sabes --dudó por un segundo y agregó -sola. 

La rosa lloraba desconsolada, inundando de a poco el planeta. Él la admiraba atónito. Era un rosa y le hablaba, y le observaba ¡y lloraba!

-Pero no estás sola --dijo. Yo puedo escucharte.

-¡Tú no sabes nada! Siempre he estado sola. Él nunca me quiso, sino, no se hubiese marchado solo por el deseo de conocer otros mundos, siempre creí haber sido su flor.

Cinna calló pensativo.

-¿Pero tú sí lo quisiste?

La rosa le lanzó una mirada odiosa, como si la pregunta en si fuese un absurdo total.

-¡Ese no es el punto! ¿Cómo se le ocurrió dejarme?

La duda había quedado en el aire.

-Si confió en ti, si te quiso de verdad y se fue, no te dejaste querer lo suficiente --agregó el hombre.

-Pero soy hermosa --se quejó ella, más para sí misma que para su único compañero.  Parecía una niña, que desconsolada y malcriada trataba de convencerse de que estaba en lo correcto.

Cinna sonrió observando sus pétalos de algodón y aspirando el sublime olor dulce. Era hermosa, ciertamente, él podía reconocerlo a simple vista así como también podía dilucidar su carácter obstinado y egoísta.

-Conocí a una chica igual que tú --replicó el joven, pero mucho menos vanidosa.

Tan solo escucharlo, la flor miró al estilista con desdén.

-No tan hermosa, tampoco --agregó Cinna para compensar en ánimo de la flor --pero sí  parecía una cebolla.

La rosa lo observó desconcertada, ¿cómo osaba compararla a ella con una cebolla? Además se preguntaba como una humana se podría parecer a una cebolla, hasta donde sabía los humanos eran muy distintos a las cebollas y a las plantas en general.

Cinna rió al notar la extrañeza de la delicada rosa.

-¡No me gustan las cebollas! --gritó.

-Está bien, una alcachofa ¿quizás? --sugirió el estilista.

La rosa negó con su cabeza. No, ella en definitiva no podía parecerse a una alcachofa tampoco. Quizás en lo verde de sus hojas, a diferencia de la cebolla, la alcachofa era verde, pero la alcachofa no tenía su belleza, ni sus pétalos, ni su fragancia. Ella era mucho más que una ordinaria alcachofa, pensó.

-Ella, al igual que tú y las alcachofas y  las cebollas --continuó el joven. Tenía muchas capas, cada una más difícil de traspasar que la otra. Era fuerte, muy valiente pero su rudo carácter no le permitía ser alguien de fácil querer.

-¿Y nadie la quiso? --preguntó la rosa un tanto nerviosa.

-¡Oh! Claro que sí. Muchos, entre ellos yo. Pero ella no lo sabía, y si lo hacía parecía ignorarlo.

La rosa hizo un reflexivo silencio. ¿Y eso no se cura? --preguntó con ingenuidad.

-Claro que sí. Pero solo está en manos de ella curarse.

-¿Y cómo se logra?

-Dejando caer sus capas. Pero no es tan fácil después de todo. Eso amerita tiempo, y el riesgo de sentirse vulnerable ante el otro.

-¿Dejándose domesticar? --la rosa había recordado las palabras de su principito.

Cinna rió --algo así.  


RECURSOS ENCONTRADOS:
*Humanización de la rosa
*Epíteto: delicada rosa
*Metáforapétalos de algodón
*Hipérbole: La rosa lloraba desconsolada, inundando de a poco el planeta



Alice

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