Sangre roja pasión:
Eufemismo:
“Tú llenaste mis venas de fuego”
Del amor al odio…
Víbora / Tristeza:
Me llamó “víbora”.
Cabeza / Suspenso.
Encontró una cabeza.
Escarlata / Romance.
Sonrió, mejillas escarlata.
Traicionero animal:
Era
Listo e
Indiferente el
Sanguinario
Animal
Un nombre salido de una leyenda:
Scheherazade, Las mil y una ncohes
El paciente inglés, El paciente inglés
El sonido de una silla deslizándose a su lado le despertó. Lenta y dificultosamente giro su cabeza en dirección al ruido, al abrir los ojos la luz del sol mañanero lo encandiló; desorientado logró distinguir que a su lado se había sentado una mujer. Entre los rayos de sol buscó su cara, entre sus oscuros ojos y su morena tez buscó un recuerdo. Pero sus misteriosas y exóticas facciones no le ofrecieron más que eso, enigmas. Decepcionado volvió a cerrar los ojos, buscando la oscuridad y el silencio, lo único que parecía familiar desde hacía algún tiempo.
-Sé que no estás dormido –comentó la mujer tras unos minutos- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? ¿Qué deseas?
-La muerte –respondió el hombre sin abrir los ojos.
La risa, definitivamente no era la respuesta que el paciente esperaba. Sin embargo le había cautivado, al igual que sus ojos, la carcajada de la dama que le hacía compañía parecía estar cargada de magia, aventura y una sabiduría superior a la que se puede adquirir en los pocos años de vida que aparentaba la joven.
-Mejor, te cuento una historia ¿va? –Ofreció ella- el emitió un leve gruñido por toda respuesta ¿Qué más daba? Excepto por no prestarle atención, no podía hacer nada al respecto.
-Una tarde un músico y su mujer paseaban por el campo. Ella recostada bajo la sombra de un árbol disfrutaba de las caricias del viento a su largo cabello…- comenzó la enigmática visitante- mientras su marido recogía frutas de los arbustos cercanos.
La joven hablaba tranquilamente con los ojos cerrados y la barbilla levantada, como si fuese ella la que estuviese disfrutando de la escena. Él no podía quitarle los ojos de encima.
-Pero entonces – continuó- la mujer decidió ir en búsqueda de su marido. El césped hacía cosquillas en sus pies, y sonrío, nada como pequeños placeres como caminar descalzo por el campo ¿No?- preguntó, abriendo un ojo para mirarlo.
-Supongo – accedió él.
Ella le sonrió brevemente y volvió a cerrar los ojos.
-¿No vas a continuar?- preguntó el paciente, luego de unos minutos de silencio.
-Tal vez –respondió ella con una sonrisa pícara –Si me prometes una cosa. Debes decirme tu nombre antes de morir.
-Entonces no seguiré escuchando tu historia- respondió el, un tanto molesto.
-Tsk –junto con una encogida de hombros fue toda la reacción que ella ofreció.
Luego de unos momentos que parecieron durar una eternidad con un silencio espeso y pesado como el plomo, el paciente volvió a abrir su boca:
-De acuerdo, te lo prometo.
-El problema de caminar descalzo por el campo es que resulta traicionero- retomó ella como si nunca hubiese parado – y mientras caminaba una serpiente mordió le pico el talón… Curioso ¿No? Como estos pequeños placeres pueden resultar en cosas tan horribles.
- Al encontrarla, su marido, la tomo en sus brazos y los cristales de sus lágrimas acariciaron sus mejillas- explicó ella, abriendo sus ojos y juntando sus manos en su regazo, sus ojos cargados de una inmensa tristeza –Desesperado, el músico cargó el cuerpo inerte su amada y partió a la búsqueda de algo que pudiera revertirlo…
El sonido de la silla deslizándose de nuevo sorprendió al paciente, quien emitiendo un ruido de dolor por el brusco movimiento intento incorporarse, pero ella le puso una mano en el hombro y gentilmente lo empujo de nuevo hacia el colchón.
- ¿A dónde vas? No terminaste la historia- reclamó.
- Todavía no me has contado tu nombre, tenemos tiempo –le respondió ella y prometió:– volveré mañana.
Entonces caminó hacia la puerta, su largar cabellera negra como la noche ondeaba con cada paso, sus movimientos fluidos como los de un gato, entonces se detuvo y se volvió hacia él.
-Mi nombre es Scheherazade, por cierto. – y con eso salió de la habitación.
El paciente sonrió, un nombre salido de una leyenda para una mujer que parecía salida de una.
Petisa
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