miércoles, 13 de abril de 2016

Un Encuentro Nefasto

Era un domingo como cualquier otro en Miami, me dirigía a casa de mi ex esposa a visitar a mi hija, pero antes pasé por la panadería para comprarle su pan favorito, al regresar al auto, encontré  una nota puesta en el parabrisas de mi auto, estaba escrita en un papel muy viejo y con tinta china, a simple vista me pareció un poco rara porque ya nadie usaba eso en esta época, pero al leerla detalladamente, me quedé paralizado, la nota decía “disfruta el tiempo que le queda a tu hija”.  Leí la nota más de tres veces, intentando encontrarle algún sentido, le pregunté a varias persona que estaban cerca para que me dijeran si habían visto a alguien poner esa nota ahí, pero extrañamente nadie había visto nada, incluso un señor que estaba estacionado frente a mi auto y llevaba mucho tiempo ahí me dijo que estaba seguro que absolutamente nadie se había acercado a poner la nota.  Decidí que no podía seguir perdiendo el tiempo, me monté  en el carro y fui a visitar a mi hija, manejé lo más rápido que pude, al tocar la puerta de la casa, me recibió  mi hija con un gran abrazo, yo la abrace como si no la hubiese visto en 10 años, ella me invitó a sentarme en el sofá y en lo que me senté me preguntó:
-          ¿Papá que te sientes mal?   Estas pálido y no paras de sudar –
Me quedé  un rato pensando en ella, en lo pequeña que era  y lo terrible que sería para mi si algo le pasara.
-          Tranquila, no me pasa nada, es solo que estoy un poco cansado. –
-          Está bien papa, sube a mi cuarto a descansar.
Subí a su cuarto y al abrir la puerta vi  una  nota  pegada en la ventana, era exactamente igual a la anterior, corrí hacia  la ventana para leerla y esta me dejó  más frio, la nota decía: “cuando la haya transformado ya no habrá vuelta atrás”.  Guardé  la nota y rápidamente se me ocurrió llevar a mi hija a Nueva  Orleans, ya que ella siempre había querido conocer esa ciudad, era la excusa perfecta para sacarla de Miami por un tiempo,   bajé  las escaleras inmediatamente,  me encontré a mi hija en la cocina mientras ella tomaba un vaso de agua y le grité lo más emocionado que pude:
-          ¡anda hacer tu maleta que  mañana nos vamos a pasar unos días en Nueva  Orleans! –
Mi hija salió corriendo a su cuarto para hacer su maleta, jamás la había visto tan emocionada, mientras su mamá me miraba fijamente y me dijo:
-          ¿No crees que debías haberlo consultado conmigo primero? –
No sabía que decirle, como le explicaba todo lo que estaba pasando si ni siquiera yo  lo podía entender.
-          Si, tienes razón. Lo que pasa es que me llamaron para un trabajo que tengo que hacer en Nueva Orleans, entonces se me ocurrió llevar a la niña conmigo para que conozca la ciudad.
-          La dejare ir solo porque nunca la había visto tan emocionada, pero para la próxima consúltalo conmigo antes de decírselo a ella.
-          Está bien, no volverá a suceder.
Subí al cuarto de mi hija y la vi haciendo su maleta, con una enorme sonrisa, me le acerqué  y le dije:
-          Mañana pasare por ti a primera hora para ir al aeropuerto –
-          ¡Antes del amanecer estaré lista, gracias por llevarme papa eres el mejor! –  exclamó mi hija –
  
Bajé la cabeza y me fui, pasé  todo el camino pensando en todo lo que había pasado, llegué  a mi casa y lo primero que hice fue  leer las dos notas, esa noche no pude dormir tratando de entender porque alguien querría hacerle daño a una niña indefensa.
Estábamos montados en el avión y la alegría de mi hija era  inexplicable, me sentía   muy feliz de verla tan emocionada, ella se levantó  de su asiento y fue directo  al baño,  en lo que se paró yo bajé  la mirada hacia el asiento donde ella estaba sentada y vi  otra nota, que decía: “no importa a donde vayas, ni lo que hagas, el comienzo de su dolor está  cada vez más cerca”. Estaba desesperado ya no sabía  qué  hacer para que mi hija estuviera bien, cuando la vi de vuelta a sentarse, cerré mis ojos y me hice  el dormido en todo el viaje, tomamos un taxi en el aeropuerto para irnos al hotel y no dije nada en todo el camino, solo me dedicaba a ver a mi hija feliz.
Llegamos al hotel y al abrir la puerta de nuestra habitación estaba el, con sus largos colmillos, piel brillante y con los ojos más raros que había visto en mi vida, inmediatamente  agarré  la mano de mi hija, los dos estábamos inmóviles, el vampiro se acercó a nosotros sin darnos cuenta, me miró  y me dijo:
-          ¿Te das cuenta que vayas a donde vayas no la podrás mantener lejos de mí? –

-          Por favor no le hagas daño a mi hija, es solo una niña de 10 años, apenas empieza a vivir.  – le supliqué con lágrimas en mis ojos –

-          Di lo que quieras, nada va a impedir que beba su sangre.
Mi hija aterrorizada, sin decir una palabra se aferró a mi brazo mientras el vampiro intentaba morderla, en ese momento tomé  una lámpara de aceite que tenía cerca y se la arrojé, el comenzó a incendiarse y salimos corriendo del hotel, tomamos un taxi y al montarnos, el conductor se volteó  y nos dijo:
-          ¿De verdad piensan que pueden escapar de mí? Eso jamás va a pasar, ella tiene que sufrir lo que yo sufrí a esa edad en contra de mi voluntad.

Abrió la puerta del carro y me lanzó a la calle,  al caer  perdí el conocimiento, cuando desperté estaba en una clínica, lo único que hacía era preguntar por mi hija y nadie sabía nada, simplemente había desaparecido.  Pasaron  más de cinco meses y aún no había rastros de ella.   Hoy decidí ir a la casa como solía hacerlo todos los domingos. Al Abrir  la puerta de su habitación veo una nota en el mismo lugar donde había encontrado la otra, la diferencia era que esta nota era color rosado, tenía corazones en las esquinas y decía: “papá,  estoy perfectamente bien y lo que era un viaje de pocos días, ahora se convirtió en un viaje eterno del cual no quiero regresar”.     

Arenita 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario