Hace
muchos años existió un niño llamado Karin, que tenía cierta dificultad para
realizar actividades. Solía pasar el día acostado tras un árbol, queriendo
escapar de sus ocupaciones, era tan flojo que sus padres en ocasiones debían
vigilarlo, para que de muy mala gana continuara sus tareas. Por lo tanto, un
día caminando por un bosque tratando de encontrar un buen árbol para descansar;
se topa con un búho que se posa en su hombro:
─¡Pequeño
niño! soy la bruja que acaba con el pecado del mundo, llevo mucho tiempo
observándote y tu pereza es un problema para tus padres; te hechizaré para que
aunque no lo desees debas cumplir con tus tareas, hasta que entiendas el
significado… ─Karin ignora totalmente lo
que le dice, se sacude al búho y sale corriendo.
Cuando logró perderlo de
vista, se sienta bajo un árbol:
─¡Vaya, un búho que habla!
Quizás debí capturarlo para ganarme un buen dinero sin mover ni un dedo, la
supuesta bruja pretende que me esfuerce pero hace un día tan terrible y pesado
para trabajar ─dijo Karin mientras miraba al cielo soleado y el clima fresco que había
a su alrededor─ así que me dormiré aquí.
Pero cuando despertó se
encontraba en su casa y escuchaba las órdenes de su madre. Le pedía que sacara
la basura y él involuntariamente salió corriendo a cumplir con la tarea, se
sentía terrible y a la vez mareado por tanto esfuerzo, le temblaban las piernas
pero casi era arrastrado por una fuerza sobrenatural.
Termina la tarea
y los dejó a todos cautivados, la madre está orgullosa de que su hijo
finalmente la escucha. Pero Karin por su parte recordó las palabras del búho (o
la bruja), y se sintió atrapado como un canario en una jaula.
Corrió de nuevo
al bosque en busca del búho que lo transformó, pero tras solo cinco minutos se
aburre y se sienta de espaldas a un árbol:
─¡Oh rayos! Ese búho hace que mi vida sea tediosa, pero
volveré a la normalidad, es más, ¡en este preciso momento declaro que todo
vuelve a la normalidad! ─escucha de repente ¡BOOM! ¡BOOM! y va aumentando de
volumen progresivamente, entonces cierra los ojos.
Aparece en su
casa y escucha de nuevo a su madre, esta vez le pide que lave los platos porque
es su turno, y la fuerza hace que corra en dirección a la cocina. Hace el
trabajo tan rápido y bien; que su madre le da un beso por la ayuda, solo en ese
momento él nota el cambio de actitud de ella, pero sigue concentrado en acabar
con el hechizo.
Va caminando al
bosque, lentamente asegurándose de ver por todo el lugar. A los cinco minutos
vuelve a rendirse y decide agarrar una manzana que encuentra en un árbol,
empieza a comerla mientras se echa en una esquina:
─¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué la vida es tan injusta?
¿Por qué tuve que encontrarme a ese búho? ¿Por qué mi madre disfruta tanto
esto? ─dijo el niño ya angustiado─ ¡solo quiero un minuto para descansar, estoy
agotado! ─cabecea como si se fuera a quedar dormido y escucha de nuevo el
¡BOOM! ¡BOOM!.
Para Karin todo parece una broma ¡mientras
más desea ser perezoso, más tareas le asignan! Siente que su madre se burla de
él, pero en realidad no ha terminado de entender el significado que debía tener
todo esto para su vida:
─¡Me mandan toneladas de tareas! ─dijo Karin a su madre─
siento que hago todo en esta casa.
─No es cierto Karin,
solo te mando una actividad diaria para que aprendas a ser responsable ─dijo su
madre.
Lo que el búho
no pudo terminar de decirle al niño, es que mientras se encontrara en contra de
ayudar a sus padres, el hechizo nunca se rompería. Debía entender el
significado de la responsabilidad y el respeto a sus padres.
Con el pasar del
tiempo Karin creció un poco y entendió lo que quiso decir el búho, cada
actividad dejó de ser una molestia pues era solo una ayuda para sus padres. Al
búho nunca más lo volvió a ver, pero la fuerza sobrenatural que lo obligaba a
hacer sus tareas, desapareció y no tuvo necesidad de volver a buscarlo ¡El
cumplir las obligaciones es una gran cualidad del ser humano!
Artemisa.
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