Era una vez 2 niños
llamados Pedro y Juan, ellos eran muy dormilones y demasiado perezosos, se
encontraban un día durmiendo en la cama de su madre, ¡Si de su madre! Esa cama
que era tan grande como el Océano Atlántico. Su mamá que se encontraba
cocinando el almuerzo en la cocina pero quién era demasiado desastrosa
cocinando, ensuciando todo y rompiendo los platos ¡Qué horror!, iba caminando
muy lentamente hacia el cuarto a despertarlos, toca la puerta pero ninguno
abre, por lo que ella misma decide abrirla y cuando pasa al cuarto les dice a
ambos:
−Hijos míos, por favor
despierten, he hecho un desastre en la cocina y necesito urgentemente que me
ayuden a limpiarlo.
Pedro: −Mamá, ten-go,
mu-cho, sue-ño.
Juan: −Yo, tam-bien.
Contestaron Pedro y Juan con
mucha pereza.
Madre: −Hijos no se dan
cuenta que no puedo tener la cocina en mis manos porque soy un ¡Desastre!
La madre de Pedro y Juan
decide dejarlos dormir un poco más, porque no podía creer que durmieran tanto,
en ocasiones llegaba a pensar que estaban muertos, ¡Si muertos!
Se va del cuarto y decide
empezar a limpiar el desastre que dejo el huracán que paso por la cocina.
Después de un rato Pedro se levanta de la cama con mucha pero mucha pereza y
decide ayudar a su mamá, diciéndole nuevamente con la pereza que de por si lo
caracterizaba al igual que a su hermano:
−Ma-má, ¿En, que, te,
a-yu-do?
Madre: −Hijo mío te has
levantado de la cama, pero, ¿Por qué hablas como si fueras una pereza? Habla
bien por favor.
Pedro: −Ten-go, flo-je-ra,
y, mu-cho, fas-ti-dio, pe-ro, i-gu-al, te, a-yu-da-re.
Madre: −Gracias hijo, ojala
tu hermano se levante también para que nos ayude.
Y así empezaron Pedro y su
mamá a limpiar el horrible, espantoso, y desastroso desastre que había en la
cocina, mientras Juan aún dormía en la cama de su mamá como un roble. Limpiaban
y limpiaban, recogían platos del piso, cucarachas muertas en las esquinas,
quitaban los pegostes que estaban en el piso. Cuando de pronto Pedro estaba
arrodillado en el piso y a su madre se le cae un cuchillo que llevaba en la
mano, rozando este a Pedro en el brazo ¡Y había sangre por todos lados, y Pedro
lloraba y gritaba de dolor, y pensaba que le iban a amputar el brazo a pesar de
que solo era un pequeño roce. Entre llanto y dolor el pobre niño Pedro le dice
a su madre con mucha pereza:
−Oh, ma-dre, mi-a, cre-o,
que, me, cor-ta-ran, el, bra-zo.
Madre: −Hijo mío, lo siento,
discúlpame, no seas tan dramático y no digas esas cosas y menos con la pereza
que tienes, si estuvieses despierto por completo no dijeras lo mismo.
De repente, Juan se despierta y aunque suene
un poco increíble se levanta corriendo de la cama a ver qué era lo que pasaba.
Y cuando llega a la cocina, le pregunta a su madre y a su hermano:
−¿Oi-gan, qué, es, lo, que,
pa-sa, por, qué, tan-to, al-bo-ro-to?
Sin embargo aunque Juan se
paro rápidamente de la cama no le impedía que siguiera teniendo la pereza que le
caracterizaba y que hablara igual que su hermano. Por lo que su madre responde:
−Juan, ¿Tú también hablas
así con esa pereza? Pero bueno, ¿Qué les está pasando a ustedes?
Pedro, en medio de dolor y
desangramiento de su brazo por el roce del cuchillo que tenia, dice:
−Ma-dre, es, que, tu, no,
nos, en-ti-en-des.
Juan: −Tal, vez, si,
tu-vi-e-ses, pe-re-za, co-mo, no-so-tros, nos, en-ten-de-rias.
Madre: −No es que no la
tenga hijos míos, no les miento, a veces me da pereza cumplir con mis labores y
obligaciones aquí en la casa, pero tengo que hacerlas. Dejemos ya de tanto
hablar y vamos al hospital a que te amputen el brazo de una buena vez.
La madre de Pedro y Juan
llama por teléfono a un servicio de taxi, y cuando este llega a recogerlos,
llega tardísimo, tanto así, que ya el brazo de Pedro estaba a punto de salirse
de su cuerpo. Se montan en el carro y se dirigen hacia el hospital, finalmente
llegan después de pasar horas en el tráfico, acalorados, con hambre y con mucha
sed. La madre se dirige hacia donde estaba el doctor de guardia y le dice:
−Doctor, ayúdeme, a mi hijo
se le va a salir el brazo de su cuerpo por mi culpa, le he rozado con un
cuchillo accidentalmente.
Doctor: −Señora no veo cual
es el dramatismo y el escándalo, su hijo solo tiene una pequeña cortada en su
brazo, eso se solventa colocándole allí una curita.
Madre: −Bueno doctor, haga
algo, lo que sea, mi hijo se está muriendo.
El doctor llama a una de las
enfermeras para que le coloque la curita en el brazo a Pedro, y luego le dé, de
alta, para que pueda regresar a su casa con normalidad. Una vez hecho esto
Pedro, Juan y su madre vuelven a casa tranquilamente, ellos volverían a dormir
y su madre seguiría limpiando.
Yisus03
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