martes, 28 de marzo de 2017

¿Podría ser peor?



En una noche muy lluviosa, del pueblo Aguasnegrasdonde todos los vecinos estaban encerrados en sus casas, emanaba la oscuridad mientras las lámparas muy poco se podían observar, se encontraba un hombre golpeando la puerta de una panadería.

¡Hey! ¿Alguien puede escucharme? — dijo Sam—. ¡Necesito pan! 
— Señor, ¡vaya a su casa! Mire el palo de agua que está cayendo. — dijo Portífioel dueño. 
—¡Ábrame la puerta! ¡Es sólo un pan! — gritaba Sam a las afueras de la panadería. 
— !No abriré señor! ¡Váyase! —exclamó el panadero. 

Sam se retiró con enojo de la panadería y vuelve a su casa por el mismo camino oscuro, la llamada calle 7. 

Al día siguiente, la lluvia había cesado en sus fuerzas. Los vecinos salen a sus trabajos pero todos se detuvieron al encontrar numerosos panes, galletas y pasteles en la calle 7, cada uno de ellos con un mordisco. La inquietud de los vecinos por saber el autor de ese hecho comenzaba a difundirse por todo Aguasnegras.  

Todos se reunieron en la plaza principal para encontrar al despilfarrador de alimentos. Mientras todos hablaban, salió Portífio a intervenir:

—¡Escuchen todos! ¡Escuchen! —exclamó, queriendo llamar la atención—.Ayer mientras llovía, un señor tocó desesperadamente mi puerta pidiendo pan. Cuando me desperté, mi panadería estaba vacía.  
—¡Ohh!—gritaron todos los vecinos —. Es un ladrón. ¿tus cerraduras fueron forzadas? 
 No, todas estaban bien pero la panadería vacía  respondió Portífio. 

Los vecinos comenzaron a buscar al ladrón  por doquier pero fue en vano. No lo encontraron en ningún lado. Las personas terminaron por regresar a sus casas con cierta intriga  y miedo al no encontrar a aquel que se introduce en sus hogares sin emitir ningún sonido.  Todos se aseguraron de cerrar las puertas con plena seguridad sin dejar nada al descubierto. Sin embargo, dejaron una sola cosa sin resguardo. 

A la mañana siguiente los vecinos se reúnen nuevamente para conversar e indagar sobre los hechos ocurridos en la Calle 7 y la panadería. Para su sorpresa, una vecina interviene, acotando que su nevera amaneció vacía; con ella se suma otro vecino, y otro, y otro. Algunos vecinos amanecieron con las neveras vacías, y aunque revisaron minuciosamente, no encontraron pista alguna. 
Cerraduras en perfecto estado, pisos sin ninguna huellaningún sonido escuchado, todo en absoluto silencio. Aún no se explican cómo este hombre pudo haber entrado sin dejar rastro alguno. Pero sus neveras fueron el primer indicio. 

Portífio propone un plan para encontrar a éste sigiloso hombre. Acuerda con los vecinos preparar unas galletas y ponerlas sobre la mesa dejando todo oscuro pero la puerta abierta. Portífio observaría, sin dormir, las galletas, mientras en sus manos tendría un silbato que pondría en aviso a los vecinos para salir rápidamente y atraparlo. 
Ciertamente, llegó la noche, todos estaban a la espera del sonido del silbato.

Piiiiiiiiiiiiiiii sonó el silbato 

Todos salieron corriendo a la casa de Portífio y lo encontraron tirado en el piso, sin signos de vida y con el silbato en sus labios. No había marcas sobre su cuerpo y tampoco las galletas sobre la mesaLos vecinos asombrados decidieron sacarlo de su casa rápidamente, pero ya era tarde. 
Aguasnegras se encontraba sumergido en un silencio. Todos los vecinos impresionados de lo que había ocurrido la noche anterior decidieron hacer justicia.
 Volvieron a convocar una reunión en la plaza para buscar pistas. Ya agotados no aguantaban más. 

¿No podríamos hacer otro plan? preguntó un vecino. 
¿¡Qué otro plan!?  replica otro. Nos hemos reunido un millón un veces sin encontrar al ladrón que ahora es un asesino. ¡Nos matará a todos! 
El ladrón y asesino tiene una obsesión con la comida, deberíamos hacer toda la comida que podamos  en un banquete, aquí en la plaza, mientras todos observaremos quién come más propuso un vecino. 

Todos estuvieron de acuerdo con la propuesta. Realizaron su gran banquete y todos lo vecinos estaban invitados. Eran tantos alimentos que parecían estrellas del cielo. Los vecinos que estuvieron en la reunión observaban el comportamiento de todos minuciosamente.  Habían panes, pasteles, rosquillas, galletas y postres de todo tipo, todos tan dulces como la miel. Lo que no se imaginaban era lo que pronto ocurriría.  

Todos los vecinos caían uno por uno a la par de lo que comían. Unos gritaban mientras otros se quedaban inmóviles observando lo que estaba sucediendo, a su ves ellos también iban cayendo. 
Los alimentos estaban envenenados por quién menos se esparaban, el panadero con quien la gente de Aguasnegras se endeudaban, Portífio. 

Portífio había planeado todo con antelación. Sam había sido su cómplice. La noche en que Sam tocó su puerta, lo esperó en la oscuridad de la Calle 7 hasta que Portífio abriera las puertas de su panadería y dejar todos los panes desordenados. Los mordiscos eran un mensaje de todos aquellos que habían pedido fiado y no habían pagado. Portífio fingió su muerte para planear la venganza hacia sus vecinos. Prefirió asesinarlos porque si esperaba a que le pagaran, podría ser peor.

                                                                                                                                       AnnCol

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