Era nuestro aniversario, ella lucía un hermoso vestido con un descote sencillo, pero que me hacía delirar. Nos íbamos a reunir para cenar, escogí un restaurante minimalista y lleno de fotografías como a ella tanto le fascinaba, supe que este sería el lugar perfecto para nuestra velada romántica, la mesa estaba decorada con sus flores favoritas las alstroemerias moradas, como era de esperarse la comida estuvo exquisita, pues para complacerla sirvieron el majestuoso plato de sushi acompañado con unas croquetas de cangrejo.
Caía la noche, se tornaba tenue y cálida
mientras recordábamos nuestras anécdotas.
Salimos del restaurante tomados de la mano como dos jovensitos enamorados de 16 años, el valet parking nos trae el auto, le abrí la puerta a mi musa
de nombre Adriana, su sonrisa resplandecía como un faro a media noche, su expresión me hacía sentir satisfecho de
que le había gustado mi sorpresa.
Ya dentro del auto poniéndolo en
marcha la sentí distante y como era de esperarse nosotros los hombres nunca nos
damos cuenta de lo que les pasa a ustedes las mujeres, pues siempre tenemos
que preguntar.
—¿Te pasa algo Adriana? —afiné mi voz para hablarle, y sentí
miedo ante su respuesta.
—A mí no me pasa nada —diciéndolo en tono irónico, ella
realmente no sabía disimular su molestia —pensé
—El viaje en el auto estuvo en completo silencio—. ¡UUUUUUGH! Maldita sea cuando se pone así. Debía concentrarme,
respirar y exhalar.
—Su actitud de jirafa ante el asecho de su depredador,
escondiendo su cabeza en la tierra.—tuve que romper el hielo deteniendo el
auto en seco frente a la gasolinera Heaven, bajándome del auto sin decir ni
más.
—¡¡¡QUÉ RAYOS TE SUCEDE, ARTURO!!! Arturo estás loco… ¿sabes
qué hora es? —dijo indignada y un poco exaltada.
—No me interesa la hora, no nos iremos de aquí, necesito que
me digas que rayos te sucede porque no sé qué hice mal. Explícame por favor que pareces una niña caprichosa — rodeé
los ojos imitándola y burlándome, poniendo voz de niña «Qué rayios te pasa, Artudo bla, bla»
—O sea, que aparte de que te burlas de mí, me pides
explicaciones sobre algo que ya sabes pero claro, eres tan idiota que no te das
cuenta sin que yo te lo diga… Cínico ¿Es en serio, sin vergüenza? —vaya que si
la había hecho enojar, estaba histérica, colerizada.
—He tratado de hacer todo lo posible porque la pasaras bien,
tú eres sinónimo de drama y caos—. La observe frunciendo el ceño
—No sabes hacer las cosas bien, montaste a una mujer en tu
carro ¿verdad? Estoy casi segura que esa
bufanda le pertenece a Marcie —ya estaba más serena y habla con mucha seriedad.
—Jajajaja, ¿es en serio, todo este show se debe a una escena
de celos? Sí estuve con Marcie, salimos de la oficina, le di un aventón a la parada de autobuses y
seguramente al bajarse olvidó su bufanda—
.Esta mujer realmente me va a volver loco, si es que ya no lo estoy.
Después de aclarar todo este mal entendido, le juré que no había pasado nada, pero como siempre en las mujeres mantenían la espinita ahí, pues no le cae del todo Marcie. Dejando atrás la discusión, nos adentramos en la gasolinera para comprar cervezas, doritos y oreos para calmar las aguas. Con todo ese mini mercado de golosinas, salimos del establecimiento, nos acostamos en el capó de mi Mercedes para admirar las constelaciones, el aburrimiento nos hizo contar cada lucero que se veía titilante. Se me habría ocurrido en ese instante hacer varias locuras y quería proponérselas a Adriana para ver si se arriesgaba conmigo, sería mi cómplice.
—Adriana, mi ángel para consolidar nuestro amor, he pensado
si tú… quieres venir a tatuarte conmigo? — sonaba un disparate pero me haría
feliz si accedía.
—Te seguiré a cualquier travesía que me propongas cariño, la
vida es muy corta para desperdiciarla y no disfrutar al máximo las
oportunidades que nos regalan— me sentía extasiado, realmente ésta es la mujer
que deseo que esté en mi vida, la
exploradora y valiente.
Entramos al auto, entre risas y besos entrecortados aceleré,
y en la vía cantábamos High a todo pulmón pues el aleatorio de mi ipod estaba reproduciéndose,
llegando a la tienda de tattoos nos encontramos con un gran vitral forrado de
papel tapiz con decoraciones de tatuajes de grandes dimensiones y el gran
letrero rojo neón que decía «SORRY MOM TATTOO». Inmediatamente saqué mi celular
para tomarnos un selfie haciendo semejante locura.
—No puede ser que ya estemos aquí —le dije a Adriana ambos estábamos
nerviosos y a la vez emocionados, pues era nuestro primer tattoo.
—Yo quiero una flor de jazmín en la muñeca, pequeña pero
colorida… espero no desmayarme — le dijo bromeando a mi amigo Farrah.
Sentados en cubículos diferentes empieza a chispear las máquinas «shhh, riiii, shhh» poniendo tinta en nuestras pieles, no sabía si me molestaba más el escándalo de la maquinita o la aguja punzante que penetraba mi piel. Pero estaba satisfecho a pesar de que había sido una larga e intensa noche.
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