martes, 14 de marzo de 2017

Pluma y musa.

Llamada oportuna.

Jhon  en un domingo atípico por la tarde se esfuerza por ir recordando lo que con su amada Francine en una conversación telefónica había hablado. Su mente se nublo y fue inútil su intento, por lo cual decide llamarla y susurrarle al oído todo su embeleso por ella. Al primer timbre Francine sorprendida quedó, por lo tarde de la noche, pero de inmediato abortó la idea de no contestar y haciendo un ademán con su brazo extendió su mano al auricular, fue entonces cuando escuchó las dulces palabras de un traductor enigmático: Te veo porque los recuerdos y las experiencias rozan mi piel, y eso hace que los momentos sean tangibles en mi mente, con colores y matices tan claros que son suficientes para mi interpretación. La realidad es que no hace falta verte, ni tocar tu silueta, para saber que estás ahí, basta con oler el perfume que emana de tu conocimiento para saber que eres tú. Es verdad que soy un bohemio enamorado de alguien que mis ojos no han visto, pero también es cierto que en mis pensamientos conozco a la perfección cada parte de ti. ¿Sabes? A cada rato te dibujo en mi mente, pero casi siempre quedas incompleta, entonces llegue a la conclusión, y dije: “faltas tú para completar mi obra de arte”. El color principal que faltaba en mi lienzo no lo había podido conseguir para terminar lo que contigo inicie, entonces me resigne a esperar día tras días a que vengas por mí, y lo traigas entre tus delicadas manos, que por cierto, cuando se deslizan por mi piel mi resistencia se vuelve inútil, y como es de costumbre me derrumbo en tus brazos. Por un momento pensé en todo lo que me has dicho, y se detuvo el tiempo porque creía que no estaba entre tus nuevos planes, y fue entonces cuando lloré como un niño desconsoladamente porque pensé que te habías olvidado de mí. Mi mente se congeló, inmóvil me quedé, no sabía qué hacer. De pronto escuché el repiqueteo de mi teléfono, era la tercera vez que sonaba. Luché por resistirme a tu llamada. Lo confieso. Pero no pude, porque con solo escuchar tu voz me vuelvo a enamorar, me di cuenta que me conoces bien, pero tan bien, que tu insistencia tan versátil hace displicente de mi parte, cualquier asomo de rehusarme a tu presencia. Me decidí a descolgar el auricular, reconozco que mis manos tambaleaban, así como cuando te conocí. ¿Recuerdas?... Bueno, escuché tus argumentos y la respuesta a todas mis dudas, sentí una vez más tu abrazo envuelto en tu dulce frase “mi amor es suficiente para todos tus errores”. Me sentí comprendido y al mismo tiempo como si hubiese nacido de nuevo. Me dije: “Creo que nunca podré entender la profundidad de tu amor para conmigo, es abstracta, porque a pesar de mi condición tú me comprendes y me inspiras a seguir dando pelea para mantenerme a flote”. No puedo ver cuando no estás conmigo, me siento ciego, te necesito cerca de mí, tú eres capaz de medir mi respiración. Intente olvidarme de ti, pero no pude, quien soy, sin tus palabras se desbarata, mis fuerzas desfallecen y no puedo seguir. Es por ello que a gritos pido que regreses a mí, para que sigamos esbozando momentos inolvidables. Yo sé que he fallado, y a veces mi vida se amarga por mis propios errores, pero lo que más me impacta de ti, es que no faltas a tus principios de no juzgarme, por el contrario, dibujas en mi cielo: “vuelve a intentarlo”. La cantidad de fallas que puedo tener, las usas como pretexto para perfeccionar quien soy. Ya estaba planeando mi vida sin ti, ¿qué cosas no? Ahora río porque, ¿qué sería de mi sin alguien como tú Sin imperfecciones?, Creo que incompleto estaría, sería una persona sin brillo en mi ojos y lleno de dudas, como vaso que rebosa, o como un laberinto, sin salida de los momentos difíciles. No puedo ignorar lo que hiciste por mí, nadie jamás se pondría en mi lugar y comprender lo difícil que es palpar la densa oscuridad. Solo tú, mostrando en una llamada oportuna, una obra de amor diferente.

Inspirado en Paris je t’Aime, escena: El ciego y la artista americana.

Firi

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