Micro-cuento
Para mí no existía algo más
placentero que la carne, llegaba el
sonido de mis víctimas de repente, que gritaban pidiendo ayuda. Su dolor era mi
placer; deseaba acabar con la suciedad que poblaba la tierra, era mi venganza,
por lo tanto, las personas que escogí no
eran más que una basura que merecía ser exterminada; ladrones, violadores,
asesinos. No merecían misericordia pues esa palabra no está en su vocabulario y
acabé con sus días tal como ellos lo hicieron con el amor de mi vida.
Artemisa.
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