Hana/Paciente inglés.
Robert Earl Ferguson/ Juicio final.
Jueves por la noche era mi quinta guardia como enfermera en el Daisy Black, el ambiente era tenso y sombrío o al menos yo lo sentí así, la actitud de las otras enfermeras me hacían dudar si eran amables o simplemente hipócritas, lo cual preferí mantenerme al margen. Aunque sin preguntar ya imaginaba cada par de ojos husmeando mi vida resumida en pequeños títulos en aquel pedazo de papel que piden cada vez que te contratan.
Chequeando a los pacientes de emergencia y con ello sus historias médicas, cuando al ojearlo llama mi atención aquel nombre Robert Earl Ferguson sabía que lo había escuchado en algún sitio pero mi memoria a corto plazo siempre fallaba la muy ingrata.
Me le acerqué sigilosamente y con el mayor ademán, observando su gran y áspera silueta aunque con aire resentido, ya junto a él chequeo que sus valores estén estables y posterior le pregunto si se le ofrece algo
— ¡Hola! Buenas noches soy Hana la enfermera de turno... —por dos segundos mi lengua se congeló impidiendo que mi voz fluyera, tragué saliva y proseguí. ¿Necesitas algo?
—Hola Hana, mi nombre es Robert, muy amable de tu parte pero lo que en realidad necesito quizás tú no me lo puedes brindar...
— Su respuesta me desconcertó, normalmente los pacientes me piden cosas materiales pero él era un secreto que debía descubrir, pensé —Sr Robert a ver dígame, porque realmente me siento tonta en no poder ayudarlo aún siendo enfermera.
—Él pensó detenidamente como formularía aquella pregunta de la que quizá yo no podría responder mientra que, su mirada fría provocaba que se me erizara la nuca.
—Señorita Hana, desde que entró a esta sala la he estado observando muy detenidamente, cada paso, cada movimiento y lo que me desconcierta es que no vive como los demás, usted no se basa en una rutina porque es espontánea. Yo hace poco salí de prisión y ahora por mala suerte estoy enfermo —mientras lo escuchaba mi barbilla se tensó.
Después que este paciente resumiera su mal me pareció frenético y lleno de locura, ahí saqué conclusiones era él, el presunto violador que estaban condenando a muerte y según las investigaciones era inocente. —¡WOOOOW! estaba atónita y eufórica a la vez, me intrigaba lo que sea que iba a preguntarme.
— Hana usted puede darme un concepto epigrama sin tantas cursilería barata y tan falsa como el día de San Valentín? — se me hacía muy fácil observarla mientras me respondía, su cara... larguiducha llena de manchas y grandes ojeras.
—El mundo trata de sobrevivir en convivencia, en unión y el amor así no lo queramos ver o no se sienta en su máxima expresión se haya en cada uno de nosotros, a pesar de que éste también no haga daño y ambos sabemos que es una verdadera mierda.
Lanna Celerinos.
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